La Capital, 1/11/09

El comité del Nobel de la Paz bien podría haber hecho elecciones verdaderamente merecedoras, entre las que destaca la notable activista afgana Malalai Joya.

Las esperanzas y perspectivas para la paz no están bien alineadas, ni siquiera están cerca de estarlo. La tarea es acercarlas. Supuestamente ésa era la intención del comité del Premio Nobel al elegir al presidente Barack Obama.

El premio “pareció una especie de oración y aliento por parte del comité Nobel para esfuerzos futuros y un liderazgo americano más consensual”, escribieron Steven Erlanger y Sheryl Gay Stolbergen en The New York Times.

La índole de la transición Bush-Obama afecta directamente la probabilidad de que las oraciones y alientos puedan llevar a un progreso.

Los motivos del comité Nobel fueron válidos. Se basaron en la retórica de Obama en cuanto a reducir las armas nucleares.

En estos momentos las ambiciones nucleares de Irán dominan los titulares noticiosos. Se ha advertido que Irán puede estar ocultando algo a la Agencia Internacional de Energía Atómica y violando la resolución 1887 de Consejo de Seguridad de la ONU, aprobada el mes pasado y aclamada como una victoria de los esfuerzos de Obama para frenar a Irán.

En tanto, continúa un debate acerca de si la decisión reciente de Obama de reconfigurar los sistemas de misiles de defensa en Europa constituyó una capitulación ante los rusos o un paso pragmático para defender a Occidente de un ataque nuclear. El silencio es a veces más elocuente que un clamor, así que atendamos a lo que se dejó sin decir.

Entre el furor por la duplicidad iraní, la AIEA aprobó una resolución exhortando a Israel a unirse al Tratado de No Proliferación Nuclear y abrir sus instalaciones a la inspección.

Estados Unidos y Europa trataron de bloquear la resolución de la AIEA, pero fue aprobada. Los medios de comunicación prácticamente pasaron por alto el evento.

Estados Unidos aseguró a Israel que apoyaría el rechazo de la resolución – reafirmando así un acuerdo secreto que ha permitido a Israel mantener un arsenal nuclear cerrado a las inspecciones, según funcionarios cercanos a los acuerdos. Una vez más, los medios de comunicación guardaron silencio.

Los funcionarios indios acogieron la resolución 1887 de la ONU anunciando que India “puede ahora construir armas nucleares con la misma potencia destructiva que las de las mayores potencias nucleares del mundo”, informó el Financial Times.

Tanto India como Pakistan están expandiendo sus programas de armas nucleares. Dos veces han llegado a estar peligrosamente cerca de una guerra nuclear, y los problemas que casi generaron esta catástrofe siguen vivos.

Obama acogió en forma diferente la resolución 1887. El día anterior a que le fuera otorgado el premio Nobel por su inspirado compromiso con la paz, el Pentágono anunció que estaba acelerando la entrega de las armas no nucleares más letales de su arsenal: bombas de 13 toneladas para los bombarderos stealth B-2 y losB-52, diseñadas para destruir búnkers ocultos a gran profundidad y protegidos por 4,500 kilos de cemento armado.

No es un secreto que las armas destructoras de búnkers pueden ser empleadas contra Irán.

La planificación de estos “penetradores masivos” se inició en la era Bush pero su ímpetu se perdió hasta que Obama ordenó desarrollarlas rápidamente cuando llegó a la presidencia.

Aprobada unánimamente, la resolución 1887 exhorta al fin de las amenazas de usar la fuerza y que todas las naciones se afilien al TNP, como lo hizo Irán hace tiempo. Las naciones no firmantes del TNP son India, Israel y Pakistán, todas las cuales perfeccionaron armas nucleares con ayuda de EEUU, en violación del TNP.

Irán no ha invadido a otro país desde hace cientos de años, a diferencia de Estados Unidos, Israel e India (que ocupa brutalmente a Cachemira).

La amenaza de Irán es minúscula. Si Irán tuviera armas nucleares y sistemas de envío y estuviese preparada para usarlos, el país sería vaporizado.

Creer que Irán emplearía armas nucleares para atacar a Israel, o a cualquiera, “equivale a suponer que los líderes iraníes están dementes” y que desean ser reducidos a “polvo radiactivo”, señala el analista estratégico Leonard Weiss, añadiendo que los submarinos israelíes armados con misiles son “prácticamente inmunes a un ataque militar preventivo”, y eso sin hablar del inmenso arsenal estadounidense.

Durante maniobras navales en julio, Israel envió sus submarinos clase Delfín, capaces de portar armas nucleares, a cruzar el canal de Suez y navegar en el mar Rojo, en ocasiones acompañados por barcos de guerra, para llegar a una posición desde la cual pudieran atacar a Irán, como tienen “el derecho soberano” de hacerlo, según el vicepresidente estadounidense Joe Biden.

El comité del Nobel de la Paz bien podría haber hecho elecciones verdaderamente merecedoras, entre las que destaca la notable activista afgana Malalai Joya. Esta valerosa mujer sobrevivió a los rusos, y después a los islamistas radicales (cuya brutalidad fue tan extrema que la población dio la bienvenida a los talibanes). Joya ha sobrevivido a los talibanes y ahora al regreso de los “señores de la guerra” bajo el gobierno del presidente Hamid Karzai.

No por primera vez, lo que está velado en silencio recibiría titulares de primera plana en sociedades que valoran su libertad y están preocupadas por el destino del mundo.

El régimen iraní es áspero y represivo, y ninguna persona humanitaria desea que Irán —o nadie más— tenga armas nucleares. Pero un poco de honestidad no dañaría al tratar sobre estos problemas.

El premio Nobel de la Paz, por supuesto, no tiene que ver únicamente con reducir la amenaza de una guerra nuclear terminal, sino con la guerra en general y los preparativos para la guerra. En cuanto a eso, la elección de Obama provocó levantamiento de cejas, sin duda en Irán también, rodeado como está por ejércitos estadounidense de ocupación.

En las fronteras de Irán con Afganistán y Pakistán, Obama ha incrementado la guerra de Bush y es muy probable que seguirá esa ruta, quizá marcadamente.

Obama ha dejado en claro que EEUU pretende mantener una presencia a largo plazo en la región. Eso resulta evidente por la enorme ciudad dentro de la ciudad llamada “la embajada de Bagdad”, no igualada por ninguna otra embajada en el mundo.

Obama ha anunciado la construcción de megaembajadas en Islamabad y Kabul, y enormes consulados en Peshawar y otros lugares.

Observadores imparciales del presupuesto y la seguridad informan en la publicación Government Executive que la “solicitud de la administración de 538 mil millones de dólares para el Departamento de Defensa en el año fiscal 2010, y su intención declarada de mantener un nivel alto de fondos en años venideros, coloca al presidente en camino de gastar más en Defensa, en dólares reales, que cualquier otro presidente desde la Segunda Guerra Mundial. Y eso no incluye los 130 mil millones adicionales que la administración está solicitando para financiar las guerras en Irán y Afganistán el año próximo, con incluso más gasto programado en años futuros”.

El comité del Nobel de la Paz bien podría haber hecho elecciones verdaderamente merecedoras, entre las que destaca la notable activista afgana Malalai Joya. Esta valerosa mujer sobrevivió a los rusos, y después a los islamistas radicales (cuya brutalidad fue tan extrema que la población dio la bienvenida a los talibanes). Joya ha sobrevivido a los talibanes y ahora al regreso de los “señores de la guerra” bajo el gobierno del presidente Hamid Karzai.

Durante todo este tiempo, Joya ha trabajado intensamente por los derechos humanos, en particular los de la mujer; fue elegida al Parlamento y después expulsada cuando siguió denunciando las atrocidades de los señores de la guerra. Ahora vive clandestinamente bajo fuerte protección, pero continúa en la lucha, con palabras y hechos. Mediante tales acciones, repetidas en todas partes como mejor podamos, las perspectivas para la paz se acercan más a las esperanzas.