Escrito por El MundoMiércoles 21 de Octubre de 2009
Según Joya: “Ha de ser el pueblo afgano el que se libere a sí mismo”
El Mundo, 21/10/2009
La diputada afgana Malalai Joya, expulsada del Parlamento por denunciar a los “señores de la guerra”, considera el Premio Juan María Bandrés a la Defensa del Derecho de Asilo y la Solidaridad con los Refugiados, que ha recogido en Madrid, como “un estímulo para seguir luchando por los derechos de su pueblo”.
La joven diputada, de 29 años, señaló en su discurso que “nada podrá silenciar ni detener mi trabajo por la democracia en Afganistán”, “pertenezco a una tierra en guerra durante treinta años, donde durante todo ese tiempo se ha privado de derechos a las mujeres”, ha dicho.
Ni los cuatro intentos de asesinato, ni las amenazas de muerte, insultos y agresiones físicas han conseguido intimidar a Joya, que ha asegurado que Afganistán “continúa siendo una tierra de tragedias en la que se sigue sacrificando al pueblo”. “Una nación no puede liberar a otra. Debe ser el pueblo afgano el que se libere a sí mismo”, ha subrayado Joya en referencia a la presencia en el país de las fuerzas estadounidenses y de la OTAN.
La diputada afgana ha querido compartir su premio con Leyla Zana, quien, a pesar de no poder asistir a recoger su galardón, ha enviado un mensaje en el que ha recordado la “lucha del pueblo kurdo desde hace un siglo” y la necesidad de tenerlo en cuenta si se quiere conseguir una “auténtica transformación y cambio en Turquía”.
La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), que entrega anualmente ese galardón, ha querido reconocer en su séptima edición la labor de Joya y de otra mujer, la escritora kurda Leyla Zana, por su “lucha incansable a favor de sus pueblos”, a pesar de haber sido perseguidas y amenazadas. Esta última, quien, a pesar de no poder asistir a recoger su galardón, ha enviado un mensaje en el que ha recordado la “lucha del pueblo kurdo desde hace un siglo” y la necesidad de tenerlo en cuenta si se quiere conseguir una “auténtica transformación y cambio en Turquía”.
El jurado, presidido por el pintor Juan Genovés, ha otorgado además una mención de honor al sacerdote nigeriano Jeròme Otitoyomi Dykiya, por la “labor de formación” que realiza con los inmigrantes africanos en la Misión Católica de Nouadhibou que él mismo dirige desde 2003.
La Fundación CEAR entrega anualmente el Premio Juan María Bandrés a personas o instituciones que hayan destacado por su trayectoria en la defensa del derecho de asilo y la ayuda a los refugiados y los desplazados internos. Este galardón, junto con la Medalla Nansen que otorga el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), es de los pocos reconocimientos que reconocen el trabajo solidario a favor de los más de 40 millones de refugiados y desplazados internos que existen en el mundo.
En anteriores ediciones han sido premiados entre otros, el jesuita Enrique Figaredo, por su labor con las víctimas de las minas antipersona; Margueritte Barenkitse, por su trabajo en favor de la convivencia étnica y el cuidado de niños víctimas de la guerra, o Javier Giraldo, sacerdote comprometido con los desplazados internos de Colombia.
Joya, la diputada más joven de Afganistán
Malalai Joya es un ejemplo de que los refugiados no son una carga para los países de acogida, sino una apuesta por el futuro democrático del mundo. Esta diputada salió de Afganistán como refugiada a los 4 años. Vivió con su familia en un campo de refugiados de Irán y de allí se trasladó a Pakistán, donde terminó sus estudios.
Volvió a su país de origen en el año 1998 y enseguida se convirtió en una tenaz opositora de los talibanes. Daba clases a mujeres clandestinamente y fundó un orfanato y una clínica. Incluso, es líder de una ONG (OPAWC) que trabaja por los derechos de las mujeres y la democracia en su país.
No puede cumplir con su trabajo de diputada, porque ha sido expulsada del Parlamento tras exigir que sean procesados los miembros del Gobierno que han cometido graves delitos. El Parlamento afgano, en lugar de atender sus denuncias respaldadas por las organizaciones internacionales de derechos humanos, la ha amenazado de muerte. Sin embargo, ella sigue denunciando que Afganistán se encuentra en manos de criminales y corruptos.
Pide que se presione a los gobiernos que tienen tropas en Afganistán, entre ellos España, para que apoyen a los partidos y organizaciones democráticas en el país, en vez de seguir la senda abierta por las tropas estadounidenses.