ElNorte de Castilla , 13 de marzo 2014
Mañana viernes, a las 19 horas en el teatro de La Cárcel_Segovia Centro de Creación, tendrá lugar la primera charla de los IV Encuentros Mujeres que Transforman el Mundo, organizado por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Segovia, con la colaboración de Casa África, Máster en Comunicación con fines sociales de la Universidad de Valladolid (Campus María Zambrano), Fundación Orange, Ontex y Turismo de Segovia. Un ciclo de conversaciones cara a cara con el público como testigo, que llega a su cuarta edición, gracias a la entusiasta acogida ciudadana y que este año abrirá con una de las activistas más renombradas actualmente, la joven afgana Malalai Joya , entrevistada en el escenario por la periodista de TVE Pilar Requena, autora, además, del libro Afganistán, en un diálogo que ilustra los temas que abordarán: ‘Un grito en el silencio. El Afganistán que existe tras el burka y la propaganda’.
Y es que «si ha habido un sistema duro de verdad para la mujer ha sido el talibán», ha destacado la reportera de “En Portada” Pilar Requena, subrayando la valentía y el sufrimiento de muchas mujeres en la lucha por el reconocimiento de sus derechos como seres humanos.
Malalai Joya es todo un referente en el mundo de la lucha por los Derechos Humanos y la democracia. Un nombre ligado a un fuerte sentimiento de lucha por la libertad, tras el que se halla una mujer que se atrevió a denunciar públicamente a los criminales y señores de la guerra, y cuyas acusaciones le valieron su expulsión del parlamento, continuas amenazas y varios intentos de asesinato. Su suspensión ha generado una protesta internacional para su reincorporación firmada por prestigiosos escritores e intelectuales como Noam Chomsky y políticos de Canadá, Alemania, Reino Unido, Italia y España. Nació cuatro días después de que la Unión Soviética invadiera su país. Su padre se fue a combatir al ejército comunista invasor y desapareció en las montañas. Su madre tuvo que huir para mantener vivos a sus diez hijos a un campo de refugiados en la frontera con Irán, y más tarde a otro en Pakistán. Allí Malalai inhaló toda la literatura que pudo, así que decidió transmitir su incipiente cambio a otras mujeres, incluida su madre analfabeta. A los 16 años, una obra benéfica, la Organización para la Promoción de las Capacidades de Mujeres Afganas (OPAWC), le hizo una atrevida sugerencia: volver a Afganistán y establecer, bajo la dictadura talibán, una escuela clandestina para niñas. Y lo hizo. Justo antes de los ataques del 11-S quiso crear una clínica para mujeres pobres. Pero cuando los talibanes se retiraron, fueron reemplazados por los señores de la guerra que habían gobernado el país anteriormente. En ese momento, Malalai se dio cuenta de que los derechos de las mujeres habían sido traicionados. «Occidente cree que la brutalidad hacia las mujeres comenzó con el régimen talibán. Pero muchas de las peores atrocidades fueron cometidas por los fundamentalistas muyahidines durante la guerra civil entre 1991 y 1996. Introdujeron las leyes que oprimían a las mujeres, seguidas por los talibanes, y ahora volvían al poder, respaldados por EE UU. Volvían a su antigua costumbre de utilizar la violación para castigar a sus enemigos y recompensar a sus combatientes, «destruyendo todo lo que en los años 50 las afganas habían logrado: una cultura abierta para las mujeres. Las guerras e invasiones todo lo aplastaron». Malalai tiró el burka, se presentó a candidata al parlamento, una de las únicas que ha ganado por auténtica elección, y se enfrentó a cara descubierta a los fundamentalistas religiosos.
La historia de Malalai –un nombre que sus padres le pusieron en honor a una de las grandes luchadoras por la libertad en la historia de Afganistán, Malalai de Maiwand y un apellido que no es sino un alias de la escritora Sarwar Joya, una poeta constitucionalista que luchó contra las injusticias a principios del siglo XX y que, tras 24 años encarcelada, acabo siendo asesinada por no renunciar a sus principios democráticos– es la historia de ese otro Afganistán que existe tras el burka y la propaganda
Su padre se fue a combatir al ejército comunista invasor y desapareció en las montañas. Su madre tuvo que huir para mantener vivos a sus diez hijos a un campo de refugiados en la frontera con Irán, y más tarde a otro en Pakistán. Allí Malalai inhaló toda la literatura que pudo, así que decidió transmitir su incipiente cambio a otras mujeres, incluida su madre analfabeta. A los 16 años, una obra benéfica, la Organización para la Promoción de las Capacidades de Mujeres Afganas (OPAWC), le hizo una atrevida sugerencia: volver a Afganistán y establecer, bajo la dictadura talibán, una escuela clandestina para niñas. Y lo hizo. Justo antes de los ataques del 11-S quiso crear una clínica para mujeres pobres. Pero cuando los talibanes se retiraron, fueron reemplazados por los señores de la guerra que habían gobernado el país anteriormente. En ese momento, Malalai se dio cuenta de que los derechos de las mujeres habían sido traicionados. «Occidente cree que la brutalidad hacia las mujeres comenzó con el régimen talibán. Pero muchas de las peores atrocidades fueron cometidas por los fundamentalistas muyahidines durante la guerra civil entre 1991 y 1996. Introdujeron las leyes que oprimían a las mujeres, seguidas por los talibanes, y ahora volvían al poder, respaldados por EE UU. Volvían a su antigua costumbre de utilizar la violación para castigar a sus enemigos y recompensar a sus combatientes, «destruyendo todo lo que en los años 50 las afganas habían logrado: una cultura abierta para las mujeres. Las guerras e invasiones todo lo aplastaron». Malalai tiró el burka, se presentó a candidata al parlamento, una de las únicas que ha ganado por auténtica elección, y se enfrentó a cara descubierta a los fundamentalistas religiosos.
En Afganistán hay un dicho que dice que la verdad es como el sol. Cuando asciende, nadie puede ocultarla «Uno jamás puede renunciar a la verdad. Y no tengo miedo de morir pronto si ello contribuye a la causa de la justicia. Ni siquiera la tumba puede acallar mi voz, puesto que hay otros que continuarán después de mí», confiesa en su libro de memorias Raising My Voice, traducido al castellano por Kailas Editorial con el título ‘Una mujer contra los señores de la guerra’.
Pilar Requena, que ya ha participado en ‘Mujeres que transforman el mundo’ en dos ediciones anteriores, es una periodista de amplia trayectoria. Siente debilidad por Afganistán y por Pakistán, lugares en los que muchas mujeres viven sin gozar de derechos, como ha reflejado en algunos de sus reportajes para el programa ‘En Portada’, de TVE, donde trabaja desde 2004 como reportera. Ha sido redactora de los Servicios Informativos de TVE, donde ha trabajado en la Sección de Internacional. Enviada especial para cubrir acontecimientos como la unificación alemana, la guerra del Golfo, elecciones en Alemania, Austria o Turquía, cumbres de la OTAN y de la UE, fue posteriormente Corresponsal en Berlín para Alemania y Europa Central, desde donde informó sobre el Festival de Cine de Berlín (Berlinale) o la Cumbre de Davos en Suiza, además del terremoto de Turquía en agosto de 1999, el accidente en Trebisonda del YAK42 o los atentados de Estambul de noviembre del 2003.
Ha viajado a Bosnia, Rumanía, Bulgaria, Polonia, República Checa, Eslovaquia, Hungría, Palestina, Serbia, Kosovo, Uganda, Libia, Israel, Indonesia o Irak para realizar reportajes. En agosto de 2008, cubrió para TVE la guerra en Georgia y en 2009 estuvo en Pakistán y en Afganistán, informando y haciendo trabajo de campo para sus investigaciones sobre el conflicto en ese país.
Ha estudiado, asimismo, los aspectos políticos y propagandísticos de los fenómenos internacionales de la guerra subversiva y del terrorismo y el conflicto y su resolución, así como los retos del futuro para la región de Sumatra.
Es profesora asociada de Relaciones Internacionales en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, donde ha impartido y dirigido, además, un módulo sobre ‘Terrorismo, Narcotráfico y Subversión Internacional’. Ponente en diversos seminarios y conferencias sobre temas de actualidad internacional o terrorismo, ha recibido el Premio Internacional de Periodismo ‘Rey de España’ 2003 por el reportaje ‘El Papa que vino del frío’, el Premio Europeo ‘Civis’ 2006 por ‘Europeos sin estado’ un documental sobre el pueblo gitano, y el Premio Salvador de Madariaga 2007, donde el jurado resaltó su capacidad para convertir en comprensibles ideas complejas sobre asuntos que el espectador, en ocasiones, puede considerar alejados de su interés más próximo.
Chevi Muraday y Marta Etura en Return.
Una de las actividades paralelas a las charlas de estos encuentros es el teatro y la danza. A las 22 horas, en el Teatro de La Cárcel, se presentará el último proyecto de Chevi Muraday, uno de los más prestigiosos coreógrafos y bailarines de nuestro país, Premio Nacional de Danza 2006, acompañado en el escenario de Marta Etura, conocida hasta ahora como actriz, directora de cine y teatro y vicepresidenta de la Academia de las Artes Cinematográficas de España, pero que, tras este trabajo, demuestra que la danza puede ser otra manera de comunicarse en su carrera profesional.
Return es un montaje donde la danza y la palabra dialogan en un mismo plano, sumergiendo al espectador en las relaciones de pareja, en las frustraciones que se originan ante las expectativas propias y las generadas por la sociedad.
Con la intención de analizar por qué el amor transita por diferentes estados, Return introduce al espectador en un montaje donde se recorren las diferentes sensaciones por las que pasan los protagonistas. Escapando de una narrativa lineal, cronológica, se pueden ver y sentir cómo los efectos de estas emociones modifican la idea que tiene uno mismo hacia el otro…
Pasión y compromiso
Con un texto del dramaturgo y director Pablo Messiez y dirigido por David Picazo, Return es el ambicioso proyecto de una de las compañías de danza más relevantes y representativas dentro del panorama español: Losdedae, creada en 1997 por el bailarín y coreógrafo Chevi Muraday.
La pasión de Marta por la danza y el compromiso de Chevi con la palabra en todos sus espectáculos, explica el deseo de estos dos intérpretes y creadores por crecer juntos explorando el campo que domina el otro.
Una joya que ningún espectador debería perderse. Una oportunidad más para poder deleitarse con un trabajo impecable.